La extensión de la vida del hombre en el planeta tierra siempre pasa por la observancia de las mejores condiciones para plantar sus vivencias y es así como en el desarrollo de las grandes y pequeñas civilizaciones, encontramos que el destino del hombre va de la mano con el desarrollo de los servicios mínimos que hacen posible una vida digna, entre los que mencionamos como elemento esencial, el agua: dadora de vida.
Para dar pruebas irrefutables de la permanencia del agua en la vida del hombre, debemos recordar que en nuestro libro sagrado,
Ante la presencia de esta gran sabiduría, ¿Cómo podremos catalogar la situación por la que atraviesa actualmente el Municipio Crespo con respecto al agua, como servicio primario de distribución del recurso en cantidad y calidad adecuada? , o en la otra vertiente ¿Cómo podremos calificar a la incapacidad gubernamental para hacer posible que los servicios de limpieza o purificación de las aguas servidas actúen de la manera adecuada?.
Recordamos a nuestros lectores lo que significa el servicio de las aguas residuales: son las aguas usadas en nuestros hogares, negocios, fábricas, etc. que conjuntamente con los sólidos se introducen en las cloacas y son transportados mediante el sistema de alcantarillado hasta los sitios en donde el agua debe ser depurada para que pueda ser vertida a los cauces naturales de nuestros ríos y quebradas, evitándose así afectaciones serias a la ecología y favoreciéndose un ambiente sano, tal como lo establece el artículo 127 de nuestra Constitución Nacional: “…Toda persona tiene derecho individual y colectivo a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado…”. “Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, el clima, las especies vivas, sean especialmente protegidas, de conformidad con
La situación irregular que se presenta en Duaca y comunidades vecina a la capital del municipio, es evidente. No hace falta acercarse hasta las propias estructuras conformadas por las lagunas de oxidación, entre otras, las de Duaca y El Eneal, para darse cuenta de que han llegado al colapso total. Basta atravesar por las cercanías del puesto de la guardia nacional en El Eneal o de
Ni que decir de las comunidades y ambientes que rodean las lagunas de oxidación, graves perjuicios a la población que vive en sus cercanías: El Eneal, las comunidades del suroeste de Duaca, El Toro, Los Quemados, El Paují, donde se asientan seres humanos que merecen el respeto de las autoridades locales, regionales y nacionales, que se hacen de la vista gorda para solucionar los ingentes problemas que acarrean tales irregularidades: enfermedades, deterioro de su calidad de vida, amenazas sobre la sanidad del acuífero que nos provee del agua potable, proliferación de zancudos y otras plagas con las consecuentes consecuencias sobre la multiplicación de afecciones a la población, etc. y lo que es más grave, algunas de esas comunidades se ven obligadas, por la carencia o escasez del recurso, de proveerse del agua corriente de algunas fuentes superficiales, como es el caso de la quebrada El Toro o Nonavana, en su camino hasta desembocar en el río Turbio.
El conocimiento del problema contribuye con el despertar de conciencia ante la problemática planteada; no basta con la protesta puntual, la sociedad civil, estableciendo patrones amplios de Unidad Colectiva, efectiva en otros ámbitos del quehacer crespense, debe hacer sentir su voz y clamar en todas las instancias la solución del problema. Como nos repetía siempre nuestro apreciado Profesor de Edafología, el Dr. José Estrada, en nuestra Alma Mater,
Así es que, con la expectativa puesta en la solución del problema del agua residual en el Municipio Crespo, imaginemos que algún ente gubernamental despierte de su anomia y para no perder la esperanza, soñemos con la sabiduría bíblica en Ezequiel (47:9-12): “Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá peces en abundancia porque el agua de este río transformará el agua salada en agua dulce, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá… Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos. Cada mes darán frutos nuevos, porque el agua que los riega sale del templo. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales. Que así sea.
Jesús R. Dugarte M. / zonum10@gmail.com
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